A la Colega y Profesora María Alessandro
Lamentamos su partida, pero atesoramos su paso por la vida académica y profesional del Trabajo Social en la Argentina.
Con el retorno de la democracia llegó al país, luego de vivir el exilio en Francia, producto de la dictadura en Uruguay donde fue perseguida y encarcelada por su lucha y su pertenencia al Movimiento Tupamaros. Trajo consigo una invaluable experiencia militante y un amplio bagaje intelectual fruto de los años de formación y de su práctica profesional.
Fue portadora a su vez, de un gran compromiso social y político, cuya densidad canalizó en el ejercicio de la profesión en el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires, en el campo de la salud mental primero, para luego asumir el desafío de la formación de posgrado de las y los trabajadores sociales en el campo de la salud pública a través del ingreso del Trabajo Social al sistema de Residencias.
María también supo encausar toda esa potencia medular, en el campo académico, desafiando a la tradición conservadora de la profesión y apostando a la formación de jóvenes profesionales, comprometidas/os en su hacer con una sociedad igualitaria.
En la Universidad Nacional de La Plata, tuvo un rol protagónico en el proceso de autonomía de la entonces Escuela de Servicio Social dependiente de la Facultad de Ciencias Médicas, hecho que significó un hito político y académico sustantivo. Trabajó como docente en la Escuela Superior de Sanidad, en la Escuela Superior de Trabajo Social de la UNLP donde posteriormente fue Directora de la Unidad Académica electa por el cogobierno, y en la Universidad del Centro de la provincia de Buenos Aires desde donde asumió la Presidencia de FAUATS. Se enroló activamente y como fundadora de la Asociación de Docentes Universitarios en el ámbito de la Universidad Nacional de La Plata y luchó por la sanción de la ley de ejercicio profesional.
Ha dejado una huella imborrable en la conformación de la identidad de nuestra profesión, como una mujer que tomó el desafío histórico de la época que le tocó vivir. Que el mejor homenaje sea una invitación a la construcción colectiva y al compromiso militante con la ciencia, la docencia y la profesión.